viernes, 4 de septiembre de 2009

Astronauta

Un pequeño hombre a la orilla de una rocosa desembocadura de un río, se sentó a observar correr su peligroso cause, en pleno otoño el agua no brillaba, las nubes hacían hasta difusos cada uno de los reflejos. No había espacio para narcisismos, ni siquiera para anhelos de imágenes de antaño, ni para recuerdos, solo para presentes constantes, para velocidades, para hojas, si para muchas hojas.

Ese hombre tuvo temor de mirarse en el agua, le temía a su rostro, en realidad se engañaba al decir que temía a su rostro más bien temía a aportar a aquel cause. Entonces se puso de píe, dio una enorme bocanada de aire, devolvió lo quitado a la naturaleza con un suspiro eterno, sopló una hoja que cayó al cauce, el la vio como lagrima, se lanzo para evitar su caída, la agarro fuertemente, cerró los ojos con la hoja en su pecho, pero también en su mente, en su corazón, en sus vísceras, en su ojos la gravo como con fuego.

Incendio con sus ojos el cielo, quemo las nubes, evaporo el agua que ellas llevaban, lo hiso noche. Se miro su mano y la hoja hay seguía, más viva que nunca, el otoño la había ignorado al parecer, era la hoja más verde, pero a la vez más roja más azul, más morada, era un arcoíris plasmado en fibras. En un cielo negro el arcoíris no brillaría, la luna más cobarde que el hombre y todo lo que a él lo rodeaba, quizás se escabullo entre algún planeta o aguanta el aire bajo el mar. El hombre pendiente de la luna, se despreocupo de su mano, su mano se despreocupo de la hoja, la hoja desafío a río, al viento, a la gravedad, desafío incluso a lo que las hojas deben hacer, pero no se despreocupo del hombre.

Esa hoja hoy es estrella, esa estrella es suspiro, son minutos, son relojes dejados a la deriva con sus manijas sueltas, relojes sujetos a retrocesos constantes. Son memorias.

El hombre ahora se ha hecho astronauta, quiere alcanzar las estrellas, quiere mirarlas de cerca pero le falta construir su nave, le falta dejar de temerle a la gravedad. Le falta esa misma bocanada de aire que lo empujo a saltar por la hoja, pero sabe que su espera se aferra a la estrella y esa estrella no huye.

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