martes, 8 de septiembre de 2009

Días eternos

Qué se ha de hacer cuando el cuerpo nos es más que un pesado trozo de plomo,
Cuando los pies se aferran de tal manera al suelo que deja a las estrellas huir,
Cuando el valor se venda los ojos, se ata las manos, se amordaza,
Se encierra en un cuarto oscuro, se moja, se electrocuta,
Se maldice, se quema las yemas de los dedos,
Se amenaza para luego hacerse perder la noción del tiempo.

Luego ese mismo valor resucita como enviado del cielo, se toca el costado,
Se ve mal herido, escupe su mordaza, mastica la cuerda que le ata las manos y la suelta,
Con sus yemas incineradas se desata la venda de los ojos y se ve solo,
Ahora necesita ayuda, quiere volver a torturarse, pero ya no puede.

Recuerda ahora que dejo ir las estrellas, sale del cuarto y se encandila
Mira el cielo que anochece en su favor, pero ya no hay cielo
Busca estrellas pero las estrellas se hicieron solo una constelación
La luna con su cara de gato maldita se alinea con ellas, la cubre en su huida

Entonces el valor se desvalora, se desmoraliza
Pierde el sentido, bebe cianuro y se hace inmune al mismo tiempo
Toma su fusil, lo afirma con las rodillas y con sus yemas quemadas jala el gatillo
Pero como en un circo el fusil se rinde, argumenta no tener pólvora ni munición

El valor comienza a correr sin un sentido, pero da vueltas en triángulos
Prende un cigarrillo tras otros, pero estos se apagan
El fuego se ha vuelto a cubrir y no hay quien lo descubra

El valor mete la mano en su abrigo y encuentra un trozo de paraíso
Entonces vuelve a correr sabe que algún dios lo mira
Sabe que ha robado también, sabe que no le pertenece
Pero es egoísta y lo quiere para él
Lanza el trozo lejos de su vista, pero lo atesora.

Mastica su lengua, hiere su corazón.
Sangra tanto que se llena de sangre
Llora tanto que ahora el mar lo envidia

Ahora despavorido va a un cuarto
Toma un martillo, un par de clavos, una sierra
Con sus dedos adoloridos saca sus ojos

Con la sierra se abre el pecho en tres
Toma el martillo y a tientas va clavando sus ojos en su pecho
Una vez hecho esto traga la hoja de la sierra

Ya no le quedan noches, ya no mar
Ya no estrellas, ni paraísos
Pero ya no se ve, ni sabe quien lo ve
Se tapa los pies con el viento y duerme la noche entera
Ya no hay días.

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