El silencio se sitúa en el panóptico
Observa cada uno de sus movimientos
Sabe que se miran, pero sabe que a la vez se evitan.
La sobredosis del querer pero el placebo del poder
No hay una droga más falsa que la conciencia
Es la cicuta más amarga la del abandono
Comienzan a tararear canciones para el otro
Queriendo que el otro sepa que se le canta
Evitando ser evidente en el canto culpable
Los ruidos son rebeldes latidos
Son terciopelos que rosan suavemente los oídos
Subliminales mensajes a un pasado que quiere estar presente
Los pies de ambos marcan pasos inconscientes
Sus zapatos llevan ritmos disonantes
Prosiguen con la absurda interpelación sin palabras
No se hablan pero quieren decirse el universo
No se abrazan pero sus brazos tiemblan de ganas
Se miran en los reflejos de los cristales, de los metales.
Se ven donde aparezcan, están en las flores
Están en los cielos, viajan por el viento
Se apoderan de los relojes, de los calendarios
El tiempo ha vuelto a correr
Lo han dejado salir corriendo, ahora no quieren detenerlo
Antes lo detenían sin querer, pero el día lo delataba.
Que malos actores son, que mal interpretan el guión de la indiferencia
Quizás aún no lo aprenden o quizás su papel era el otro
Tal vez la obra concluía ese día, pero confundidos creyeron que era solo el clímax.
No era el prefacio del libro, no era el entremés.
El momento preciso en que fueron ellos, nadie más
El telón desatento siguió abierto y debieron improvisar una escena que no conocían.
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Buena pluma, Álvaro...
ResponderEliminarSospecho que consciente o inconscientemente tienes un rollo con el tiempo "bergsoniano"... En este y en "Vagón" se podría leer aquello.
Tú sabes que H. Bergson influenciará, de algún modo, el sentido de tiempo en Borges y Cortázar, entre otros tremendos escritores y poetas.
Si estás muy ocioso o aburrido (sospecho que no experimentas mucho aburrimiento, jejeje), te pasas a mi blog de escritos, aunque son más bien chantas los míos, jajaja...
Saludos!