miércoles, 23 de diciembre de 2009

Difumino

Eres insurrecta como la luna, tesoro del Potosí,
Anhelo del conquistador, inicio de barbarie.
Te vuelves jibaro, achicas mi cráneo
Y lo conviertes en un pequeño trozo de pasado,
Transformas la historia en memoria, en recuerdo.

Es duro cuando se avanza por la ruta mirando el retrovisor
Y los sobresaltos del camino nos hacen perder el punto;
Nos hundimos en lo profundo del espejo
Resucitamos en un mundo lleno de brillo
Sin sombras, con matices dados por el desenfoque de los rostros resplandecientes.

Cuando restan solo cuarenta y tres segundos en el cronometro
Nos dan la partida, corremos sin saber cuál es la dirección
La brújula la hemos perdido, pero el rumbo nunca se nos escapo

Es lo eterno lo que nos hizo olvidar los pasajes sacros del deseo
Nuestra pasión mesiánica, nuestro sudor obrero
Nuestros rubores teatrales, nuestros tonos saturados de placer
Nuestros acordes al son de una melodía caótica.

Los focos de las calles cubren la Luna pero no la olvidamos
Las luces de una ciudad dormida en los lamentos sedientos de dinero
No son más que destellos de un juego bien jugado, por los jugadores mal paridos.

El punto de fuga fue el primer beso, luego devino en una difuminación del futuro
El primer abrazo aún no acaba, ese es eterno
La primera vez fue el pañuelo con éter que nos hizo dormir en los brazos de Venus
El último beso es tan solo un silencio en la melodía inconclusa del pianista siucida.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Carrera

He decidido iniciar una carrera, una pactada con la partida fijada desde el subsuelo, desde el silencio, desde el pudor, la vergüenza, en realidad desde el pánico a la derrota; y trazando como meta la cúspide de una nube difumina, pero demasiado quieta, de aquellas que pueden parecer desde una enorme barco a vapor hasta un pez de largos bigotes bastante claros. De esas engañosas que incluso parece humano, de aquellas traicioneras que se parecen al poder, pero también de aquellas esporádicas que se parecen a la fortuna, al amor o al odio.
Los contrincantes que han accedido a participar somos yo, mi sombra, el asombro, el tiempo y el espacio. Los espectadores de esta carrera – todos gritando bitores de aliento a su competidor preferido, pero con una voz tan débil que se asemeja al grito manso y valeroso de los explotados, de los despojados de sus tierras, que incluso son como esos desprotegidos y aguerridos mendigos de la dignidad – se preguntan por qué estos bastardos, por qué no unos que representen el éxito. Entonces se alza el hombre del revolver que anuncia la partida diciéndole: es solo porque tienen dos cosas en común, derrotas sobre sus hombros y sed de venganza. Ellos vuelven a preguntar por qué, y él responde caso a caso:
Primero, el espacio fue derrotado por muchos cuerpos por el ciber-espacio, he incluso lo derroto el vacio, de hecho en él hay muchas apuestas, su sed de triunfo, de reconocimiento, de venganza es tan brutal que su silencio grita por dicho objetivo.
Segundo, el tiempo a pesar de controlar su propio curso se sujeto tan firmemente a las reglas del Fordismo, de hecho se paseo por su cinta sin saber porque manos pasaba, perdió su propia noción y cuando la recobro la híper-velocidad le arrebato su estatus.
Tercero, el asombro fue vencido por el mismo asombrado, por su escepticismo, por su incredulidad, de hecho su poca fe y su inútil búsqueda hedonista lo hicieron olvidar el asombro, este mismo se distorsiono y se transformo en simples bluf de un juego mal jugado;
Cuarto, la sombra fue derrotada por su propio dueño, quizás por mí – en realidad depende del ángulo en que se situé el foco – yo en lo personal le hice trampa, la encandile por la enorme luz que el dinero me ofreció, luz tan destellante que en un pestañeo me había vuelto a alcanzar, la ate de los pies y decidí vencerla en una noche tan oscura como sus propias intenciones de victoria sobre mí, al fin y al cabo las trampas a veces son validas dependiendo del objetivo que se tenga, esta vez era un objetivo enormemente honorable, la ambición de gloria y poder banal me hicieron engañar a aquello que me es intrínseco.
Por último, yo – ó él dependiendo de donde se quera situar al perdedor – salí – ó salió – cabizbajo después de someterme a la dinámica del amor, aquella engañosa pócima de vitalidad, aquel antídoto contra las miradas llenas de esperanza lanzadas a las estrellas en busca de una ayuda supramundana. El amor me dio paliza, no me dejo ver más que su espalda en el lejano tempano del vacío, no me dio la posibilidad de un adiós, me deshojo la flor preciada frente a mis propios ojos, me despojo del deseo, hirió mi lengua y cruza la vil meta de la distancia.
Se inicia entonces la competencia, él siempre llevo la delantera, siempre fue el más veloz incluso en la ronda de prácticas, se adjudico el carril número uno. Pero muy cerca de la meta comenzó a darse cuenta de que la sombra de un amor se le cruza, que lucha contra el tiempo, contra el espacio, vuelve a pelear codo a codo con el asombro. Pero llegó tarde, el asombro lo dejo perplejo en su última gran zancada, solo vio su sombra, su irremediable tránsito por un tiempo mejor, su deslucida presentación en un espacio limitado lo hicieron llegar demasiado tarde, la nube – que era la meta – ya no estaba, su forma difumina pero estática se habían rendido al arbitrio de dios y adopto la forma de una flor, una flor que nunca le correspondió, perdió el rumbo pero no sacio su sed. Ahora organiza nuevas competencias, busca otros contrincantes pero no olvida aquel desastre que representó el último lugar en la carrera.
Todo sueño se carga de ilusión, toda ilusión se llena de palabras que alientan una nueva preparación, cada una de las etapas de la preparación representa un desafío, pero los desafío ya no tienen un sentido claro, se hunden en el vacio de la desesperanza y de la búsqueda constante de placebos que ahoguen la angustia que la sed de victoria no llenara jamás.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Escena

El silencio se sitúa en el panóptico
Observa cada uno de sus movimientos
Sabe que se miran, pero sabe que a la vez se evitan.

La sobredosis del querer pero el placebo del poder
No hay una droga más falsa que la conciencia
Es la cicuta más amarga la del abandono

Comienzan a tararear canciones para el otro
Queriendo que el otro sepa que se le canta
Evitando ser evidente en el canto culpable

Los ruidos son rebeldes latidos
Son terciopelos que rosan suavemente los oídos
Subliminales mensajes a un pasado que quiere estar presente

Los pies de ambos marcan pasos inconscientes
Sus zapatos llevan ritmos disonantes
Prosiguen con la absurda interpelación sin palabras

No se hablan pero quieren decirse el universo
No se abrazan pero sus brazos tiemblan de ganas
Se miran en los reflejos de los cristales, de los metales.

Se ven donde aparezcan, están en las flores
Están en los cielos, viajan por el viento
Se apoderan de los relojes, de los calendarios

El tiempo ha vuelto a correr
Lo han dejado salir corriendo, ahora no quieren detenerlo
Antes lo detenían sin querer, pero el día lo delataba.

Que malos actores son, que mal interpretan el guión de la indiferencia
Quizás aún no lo aprenden o quizás su papel era el otro
Tal vez la obra concluía ese día, pero confundidos creyeron que era solo el clímax.

No era el prefacio del libro, no era el entremés.
El momento preciso en que fueron ellos, nadie más
El telón desatento siguió abierto y debieron improvisar una escena que no conocían.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Vagón

Hoy se han vuelto a topar

Han coincidido nuevamente en el vagón del tiempo

No se cruzan miradas, se cruzan suspiros

Se entrelazan destinos, se crispan las manos de azar.

Cuantas veces el mismo viaje de las enredaderas

Otras veces preocupados de los vuelos de las mariposas

Saltan las manijas de los relojes como charcos de agua

Pero caen en el espiral del placer y el dolor.

Las flores que antes miraban con ternura

Ahora son boomerangs que rebotan en las memorias

Son navajas que cortan nuestros ojos

Quizás son hasta enormes focos que terminan por encandilarnos.

En este instante no se ven, no oyen

Se respiran, su huelen, se observan pero sin verse

Se conocen pero no quieren reconocerse

Dicen adiós, se piensan y se resignan nuevamente al adiós.

¿Dispara Usted?

Ha de comenzar el duelo
Esta vez no es por traición sino por ocio
Por aburrimiento, cansancio o hasta por pereza
Es más fácil presionar un gatillo que mirar a los ojos.

Se dispuso un lugar, un tiempo
El pleito se acerca, se estremece la tierra
Más bien creí que la tierra se estremecía
Pero no, era la onda expansiva del cobarde temor.

Las balas esta vez no son flores, ni cubos de hielo
Tampoco serán disparos al aire que te hagan huir
Que espanten los conflictos como manadas
Menos aun será el disparo solitario del suicida.

Cada uno llega por el mismo lado al lugar
Pasos sincrónicos, mentes sincrónicas
Pero los corazones van una vez más a destiempo
El viento sopla con la regularidad de los sueños.

Con los ojos vendados tal como ayer nos volvemos a mirar
El zumbido en los oídos nos hace escuchar solo nuestras respiraciones
Entonces posamos nuestras espaldas en una cercanía envidiable
Esta vez un imán nos atrajo pero al segundo nos volvimos a repeler.

Nos preguntamos con el silencio si estamos listos
Ambos no asentimos, pero el que calla otorga
Habíamos acordado siempre cinco pasos
Pero esta vez fueron cinco siglos, cinco universos por recorrer.

Una vez atravesadas las distancias
Sosegado el corazón, exaltado el respirar
Desenfundamos, cargamos nuestras armas
Con la velocidad de las lágrimas nos volteamos.

Ambos yacimos en suelos diferentes
Ambos agonizantes, no hubo disparo
Pero si sangre, si gritos
El extraño poder de las balas nos alejo.

Las balas son imanes y con el tiempo se encuentran
Será entonces cuando choquen y estallen en mil pedazos
Las sienes, los corazones, los gatillos deberán aguardar
Quién sabe quién disparará.

martes, 8 de septiembre de 2009

Días eternos

Qué se ha de hacer cuando el cuerpo nos es más que un pesado trozo de plomo,
Cuando los pies se aferran de tal manera al suelo que deja a las estrellas huir,
Cuando el valor se venda los ojos, se ata las manos, se amordaza,
Se encierra en un cuarto oscuro, se moja, se electrocuta,
Se maldice, se quema las yemas de los dedos,
Se amenaza para luego hacerse perder la noción del tiempo.

Luego ese mismo valor resucita como enviado del cielo, se toca el costado,
Se ve mal herido, escupe su mordaza, mastica la cuerda que le ata las manos y la suelta,
Con sus yemas incineradas se desata la venda de los ojos y se ve solo,
Ahora necesita ayuda, quiere volver a torturarse, pero ya no puede.

Recuerda ahora que dejo ir las estrellas, sale del cuarto y se encandila
Mira el cielo que anochece en su favor, pero ya no hay cielo
Busca estrellas pero las estrellas se hicieron solo una constelación
La luna con su cara de gato maldita se alinea con ellas, la cubre en su huida

Entonces el valor se desvalora, se desmoraliza
Pierde el sentido, bebe cianuro y se hace inmune al mismo tiempo
Toma su fusil, lo afirma con las rodillas y con sus yemas quemadas jala el gatillo
Pero como en un circo el fusil se rinde, argumenta no tener pólvora ni munición

El valor comienza a correr sin un sentido, pero da vueltas en triángulos
Prende un cigarrillo tras otros, pero estos se apagan
El fuego se ha vuelto a cubrir y no hay quien lo descubra

El valor mete la mano en su abrigo y encuentra un trozo de paraíso
Entonces vuelve a correr sabe que algún dios lo mira
Sabe que ha robado también, sabe que no le pertenece
Pero es egoísta y lo quiere para él
Lanza el trozo lejos de su vista, pero lo atesora.

Mastica su lengua, hiere su corazón.
Sangra tanto que se llena de sangre
Llora tanto que ahora el mar lo envidia

Ahora despavorido va a un cuarto
Toma un martillo, un par de clavos, una sierra
Con sus dedos adoloridos saca sus ojos

Con la sierra se abre el pecho en tres
Toma el martillo y a tientas va clavando sus ojos en su pecho
Una vez hecho esto traga la hoja de la sierra

Ya no le quedan noches, ya no mar
Ya no estrellas, ni paraísos
Pero ya no se ve, ni sabe quien lo ve
Se tapa los pies con el viento y duerme la noche entera
Ya no hay días.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Rincón

Con suavidad, con premura
Presuroso, distraído
Caminaba sobre pétalos mentales
Sobre alfombras de ilusiones
Corría por la pista del espiral
Distorsionaba mi cara con imaginarios

Era la enfermedad de un tiempo mejor
Fui la cura de una gangrena ocular
Rapte los vicios y los transforme
De las joyas que hice trague una para no olvidar.

Salte cada una de las vallas
Pero quise caer en cada trampa
Me enredé en tus cabellos, tus labios
Me asfixie en tus brazos y flote.

Ahora bebo aires
Mastico recuerdos y escupo placeres
Hedonistamente me recuesto en el rincón de una nube
Cierro los ojos, miro el suelo, contemplo mi huida y regreso.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Astronauta

Un pequeño hombre a la orilla de una rocosa desembocadura de un río, se sentó a observar correr su peligroso cause, en pleno otoño el agua no brillaba, las nubes hacían hasta difusos cada uno de los reflejos. No había espacio para narcisismos, ni siquiera para anhelos de imágenes de antaño, ni para recuerdos, solo para presentes constantes, para velocidades, para hojas, si para muchas hojas.

Ese hombre tuvo temor de mirarse en el agua, le temía a su rostro, en realidad se engañaba al decir que temía a su rostro más bien temía a aportar a aquel cause. Entonces se puso de píe, dio una enorme bocanada de aire, devolvió lo quitado a la naturaleza con un suspiro eterno, sopló una hoja que cayó al cauce, el la vio como lagrima, se lanzo para evitar su caída, la agarro fuertemente, cerró los ojos con la hoja en su pecho, pero también en su mente, en su corazón, en sus vísceras, en su ojos la gravo como con fuego.

Incendio con sus ojos el cielo, quemo las nubes, evaporo el agua que ellas llevaban, lo hiso noche. Se miro su mano y la hoja hay seguía, más viva que nunca, el otoño la había ignorado al parecer, era la hoja más verde, pero a la vez más roja más azul, más morada, era un arcoíris plasmado en fibras. En un cielo negro el arcoíris no brillaría, la luna más cobarde que el hombre y todo lo que a él lo rodeaba, quizás se escabullo entre algún planeta o aguanta el aire bajo el mar. El hombre pendiente de la luna, se despreocupo de su mano, su mano se despreocupo de la hoja, la hoja desafío a río, al viento, a la gravedad, desafío incluso a lo que las hojas deben hacer, pero no se despreocupo del hombre.

Esa hoja hoy es estrella, esa estrella es suspiro, son minutos, son relojes dejados a la deriva con sus manijas sueltas, relojes sujetos a retrocesos constantes. Son memorias.

El hombre ahora se ha hecho astronauta, quiere alcanzar las estrellas, quiere mirarlas de cerca pero le falta construir su nave, le falta dejar de temerle a la gravedad. Le falta esa misma bocanada de aire que lo empujo a saltar por la hoja, pero sabe que su espera se aferra a la estrella y esa estrella no huye.

lunes, 24 de agosto de 2009

Invitado de piedra

Cuando el silencio es un compañero fiel
Y la fidelidad es un objetivo esquivo
Por ende el silencio es una infiel utopía

Qué hacer cuando la felicidad se escabulle
Y las manos me fueron amputadas por los apesadumbrados
Y las penumbras no me dejan ver ni las redes ni mi bote

El pescador cae en el juego del piloto
Y pesca nubes, y fríe vientos
Los rayos azotan sus anzuelos y las redes lloran el vacio

Los venenos del resto son mis manjares
Festinan con zapatos sangrantes de mendigos muertos
Corren maratones con el hambre como meta

El mundo no detiene el curso de relojes retrógrados
Las hojas de los calendarios son repuestas como productos del retail
La cinta industrial graba como cinta de video códigos de barras en la frente de los hombres

Mis manos aún guardan las marcas de las uñas
Esas uñas se llevaron trozos de mis manos
El barro del creador confundió mis manos con sus uñas

Te regalo mis manos, mi espalda si lo quieres
Te ofrezco mis labios, los puedes desdeñar
La razón invitada de piedra en el carnaval del deseo

domingo, 2 de agosto de 2009

burbuja

Entramos en la burbuja, sin saber cómo se entra
Estamos en la burbuja, sin saber dónde estamos
Somos la burbuja, nuestros ojos crean burbujas
Abrí los ojos y me ardieron, la burbuja reventó.

Una sola estrella, un solo testigo.
Un par de minutos, un suspiro.
Y un edificio, un palacio, una caída
Pero no un fin, nunca un fin.
Una espera, una esperanza.
Mírame, no solo me veras.
Solo mírame, me encontraras.
Te mirare, quizás nos perdamos.

Una estrella, un testigo.

jueves, 4 de junio de 2009

Siempre

- ¿ Qué haz visto hoy, qué te trae así?

- No he visto nada, sigo igual de ciego que ayer y que mañana.

- Pero...me habías asegurado que ya eras capaz de descubrir mi rostro.

- De eso no te quepa duda alguna...

- No lo entiendo, en un momento dices reconocerme, dices ver mi rostro, ¿que te ha ocurrido?

- Detente, no me ha ocurrido nada, mis ojos nunca te vieron, nunca te reconocí por mis ojos pero si se como es tu rostro, se que me miras con el desprecio típico de la mentira.

- Estás mintiendo, yo nunca hubiese podido mentirte, jamas he hecho algo distinto a lo que tu sabes...

- Mis ojos son más grandes que los tuyos y perciben mejor, no ven colores, no ven formas, solo ven al mundo desde las sombras...Y tu sombra esta vez te traiciono, tu sombra me lo ha contado, mis ojos son los del alma y eso tu no lo haz notado...

En ese momento ella huyó, nadie más la vio, nadie como él...Él por su parte presionó erradamente distintos números telefónicos sin ningún propósito aparente, solo quería volver a oír las voces, la ceguera lo imposibilito de salir, de reír, de escuchar, solo pudo soñar aquella noche....Soñó con un mundo en blanco y negro, momentos más tarde pensó haber despertado, pero siempre lo estuvo, logró ver el mundo tal como es...

martes, 2 de junio de 2009

de papel

Preferiría ser un barco de papel
un barco ciego y desafiante
de aquellos que dan la espalada al horizonte
me gustaría no saber que trae la ola
me gustaría no ver la ola

Siendo el barco de papel
solo tengo dos opciones
que la ola me levante lo más alto que pueda
y que el viento me lleve a la orilla y así decirle al mar,
¡aquí estoy, fuera de ti!
la otra opción es que la ola y el viento confabulen contra mí y me hundan en las profundidades, en ese caso diré,
"aquí estoy, solo, cerca de mí!

En cualquiera de las dos seguiré siendo el mismo barco
de esos que quedan a la deriva y se salvan o se hunden
pero siguen siendo barcos, unos olvidados
y los otros hundidos y olvidados.

lunes, 25 de mayo de 2009

Aún así...

Haz pisoteado mis manos con alevosía
Quizás creas que las palabras que escribo pueden dañarte
Sé que sabes que haz errado rotundamente
Que mis palabras salen desde un abismo aún más tétrico
Y que aquellos ruidos van siempre acompañados de gritos
Que sin lugar a dudas desgarran mucho más fácilmente tu fragilidad

Eres para mí de cristal
Tan frágil que al más mínimo choque con el piso
Te quiebras en mil y un pedazos.
No eres la serpiente que crees ser
Tampoco la víbora que todos temen
No te regeneras ni cambias de piel
No te contraes en mi cuello
No me callas, ni me callaras.

Soy el grito que oyes por las noches
Soy la ira y el descontrol
Soy un caos, soy tu caos

No es necesario que me ahorques
Aún sin hablar sabes lo que mi mente alberga
Si entras en ella te pierdes
Soy tu amazonas de rosas
De aquellas espinadas hasta más no poder

Seré quien en el silencio te perturbara
Seré aquel que en el silencio se silenciara y aún así temerás
Seré el pantano y la hiedra
Seré el rio calmo pero a pesar de eso te llevaré a mí destino

La luz brillará tan salvajemente
Que tus pupilas se abrirán tanto como tu corazón
No las podrás cerrar y así partiremos a ciegas
Seguiremos el sendero equivocado
Nos sentaremos en su berma y esperaremos eternamente.

El tren no pasará a menos que el tiempo corra
El tiempo perdió sus piernas para correr
Y la línea férrea fue testigo de la cercenación de esas extremidades
Todos perdimos el rumbo y a pesar de aquello nos esmeramos en seguir.

No confíes solo anda... grita, corre, crea y destruye...

jueves, 21 de mayo de 2009

Árbol

Una vez oí a un árbol llorar de amor, lloraba tan desconsoladamente que sus ramas se arqueaban y en cada sollozo perdía parte de su savia, las mariposas miraban asombradas aquel cruel acontecimiento, las aves lo evitaban por lo inestable que era vivir sobre su copa; a pesar de todo sus hojas se mantenían tan rojas como de costumbre. Todo el mundo se preguntaba por qué las hojas no caían de aquellas ramas tan endebles, por que el otoño tenía piedad de él.

Un día un pequeño niño se recostó bajo el árbol, miro su tronco y logró leer lo que la savia había escrito: “Mis hojas son rojas por todo lo que tu amor hizo brotar desde mi corteza y no caen por que yo no quiero que caigan, mi amor no depende de ti ni se vuela por la distancia. Soy yo quien ama, soy yo quien sufre y soy yo quien quiere amar y sufrir, soy quien quiere sentir y quiere vivir. Mi amor siempre será mío aunque solo te lo entregué a ti.” Fue así que el pequeño niño comprendió por qué a pesar de que no tenía ni a su padre ni a su madre con él los amaba con toda el alma, se dio cuenta que el amor no es tan solo tener a la persona sino también querer tenerla, no es solo querer sino que valorar lo que se quiere, que el amor no es sentirse amado sino que solamente querer amar desde el alma y el corazón.

miércoles, 6 de mayo de 2009

Aún Humano

Era 1903, en alguna de las frías noches del invierno londinense cuando Edwin van Persie un inmigrante holandés salía de la gris fábrica de latas para envasar pinturas o algún tipo de líquido no muy conocido por el puesto que nunca en su corta estancia en la factoría pudo ver algún envase lleno de algo, salía cabizbajo por un suelo tan gris como todo lo que observa a lo largo del día y solo matizado por su sombra fajo la iluminación de algún esporádico alumbrado público que lo hacía sentir tan insignificante como un paso en el cemento.

Él vivía en un pasillo en la casa de Mijaíl un compañero que había muerto al sufrir una hipotermia tras una borrachera que lo hizo dormir en la berma que colinda con la cantina, más que una casa para Edwin era un dormitorio, más que un dormitorio una cama, más que una cama un frio montón de distintos ropajes que le servían como silla, mesa y un artefacto que le permitía recostarse medio metro sobre el suelo – quizás esa sea la única diferencia- ; por ende su único lugar familiar dentro de la “Carl Silver” – nombre de la fábrica – era su diminuto espacio de trabajo de más o menos 1 x 2 metros y la letrina.

Edwin era un hombre retraído no por voluntad ni por timidez sino que por la alienada condición en la que él veía a sus compañeros, la incapacidad de cruzar palabra alguna hacía que la única melodía que el escuchaba diariamente era el sonido de los metales y uno que otro grito desgarrador de sus compañeros al sufrir accidentes, que comúnmente terminaban con las manos cercenadas y por consiguiente eran despedidos por su inutilidad para el trabajo.

Estando lejos de su familia, sin una condición de vida siquiera digna su único atisbo de felicidad o a lo menos goce estaba determinado por su orquesta cerebral que había creado donde los metales interpretaban la banda sonora de cada una de sus penurias y sus anheladas alegrías. Una noche tan común como cada una de las noches y que probablemente era la noche de una sábado – por que había oído a uno de sus compañeros murmurar que mañana le compraría un pastel a su hijo y dedicaría completamente su día a él, intentando celebrar su cumpleaños número ocho; por esto pudo inferir que era sábado ya que no existía posibilidad alguna de tener otro día libre del trabajo – tomo x tarros que saco de la fábrica y busco en el camino diversos materiales con los que podía rellenarlos. Una vez llenos busco dos lápices grafito en su maleta que lo hicieron llorar por su hijo y en muestra de su aprecio por él, los usó para interpretar aquella melodía que en realidad no era más que la producción de diversos ruidos (unos menos desagradables que otros) y termino aquella noche llorando sobre los tarros, su montón de harapos, su invariable soledad y reflexionando sobre la poca importancia que tenía el buen sonido, sino que más bien era lo único que le permitía hacer los metales de las latas menos frías que aquella noche, lo único que traía a su pequeño hijo a su lado y lo único que durante seis infernales años de trabajo lo hizo llorar, así descubrió que aún era un ser humano.

miércoles, 29 de abril de 2009

AVIÓN

La imposibilidad de estar en tus brazos
La incredulidad se apodera de los labios bostezantes
La irresponsabilidad invisible invade el ambiente
y lo indeseable que es la sensación de ansiedad nos deja perplejos.

Se transubstancia el verso impaciente en aquellos ojos temerosos,
como quien cree temer a dios pero tan solo falsea rehuir
a la imagen burda de aquel creador creado por el acomodo y el desconcierto.

Creí poder sumergirme para siempre en el mar del tiempos volubles y relojes desmanijados
pero la respiración hace arcadas frente a ti musa de piedra, inexpresivo trozo de iglú,
recóndito confín de la nube gris que tan solo atemoriza a los sin refugio y los desnudos,
a los perros y a los más perros.

Mira tus labios floreados por espinosas rosa blancas, esas mismas rosas
son ahora impávidas testigos de la deshonra de su pureza.

La ligera brisa de la realidad engangrena mis ojos
La escafandra del deseo se ha roto y comienzo entonces a chocar
los peces de la memoria me azotan la frente
los tiburones de la conciencia mastican mi cuello y alborotan mi pulso.

Lo he decidido, no haré nada que me de respuestas,
no parare ningún enajenado y turbio resoplo de la polvorienta memoria;
aquella memoria en la que covergemos Tú, Yo y el adiós.

martes, 31 de marzo de 2009

Cedí, Sedado, Sed



Me he mirado al espejo Y vi mi brazo extendido

También vi que el bisturí amenazaba con comenzar la incisión…

Fue en ese mismo instante por algo que aun no entiendo bien

Que mi mano, que era más que mi mano mi compañera

Aquella la siniestra me traiciono e hizo que su eterna enemiga emanara

Desde su parte más alejada de la muñeca, pero tampoco cercana al codo

Un líquido tibio y rojo que no supe encasillar en un vocablo

Fue en aquel mismo instante cuando luego de ver mi cara empalidecida

Me desplome sin saber nada más que al lugar que fui a parar,

Sin mi consentimiento y sin poder de resistencia.

Ya estando repuesto por completo y con la capacidad de analizar la situación

Descubrí que mis conocimientos de medicina no son tan vagos

O quizás a lo menos he sabido que estoy sedado, con antidepresivos

Y lo más cercano a una incipiente sobredosis.

Cojín


Muchas veces he caído

Pero nunca he mirado el suelo tan de cerca

Esta vez mi caída fue muy distinta

Mis manos no se encontraban cerca

Mis rodillas parecían ser de hilo

Y mi cara, mi cara recibió la bofetada más brutal.

No es demasiado importante contar el motivo de la caída

Y de hecho no sé si lo hubo

Confórmense con saber que el suelo

Fue mi lecho gris húmedo y pantanoso.

Aquel instante fue eterno

El frio del pavimento en pugna con mi cálida sangre

Finalmente el hielo triunfo,

Me entumecí por completo y dormí así

Sin más almohadas que mi pómulo y mejilla

Pero descubrí que no hay mejor cojín que un ojo inflamado.